Limpieza de Platillos

Seguro todos saben que existen lociones específicamente diseñadas para limpiar nuestros platillos, y que son producidas por las mismas marcas de nuestros bronces. Si las han tenido en sus manos, habrán leido las indicaciones del fabricante, que los emplaza a no usar otro tipo de sustancias, menos aún los denominados abrasivos. También sabrán que se trata de limpiadores relativamente costosos.

Si nos detenemos a leer las precauciones de uso de dichos productos, nos daremos cuenta que son las mismas que se consignan para otros limpiadores de metales, por lo que es de suponer que contienen los mismos abrasivos, aunque en proporciones razonables.

Lo que aquí les propongo es un método barato, el que yo uso, lo que no quiere decir que tengan que hacerme caso. No vaya a ser que después me quieran echar la culpa por lo que pasó con sus platos, y no, me resultaría imposible reponérselos. Me limitaré a contarles lo que a mi me funciona, claro está, después de un montón de años haciendo pruebas, por no llamarles tonterías.

A mi me gusta ver y oir mis platillos limpios, y no es sólo cuestión de que me agrade verlos bien brillositos, sino que me gusta el sonido de los platillos prolijos. Así que sí, yo si empleo un abrasivo, una pastita cremosa llamada Brilla Metal®, que viene en chisguete y se usa para limpiar artículos de bronce. Para quienes no viven en el Perú, es de color asalmonado, cosa que puedan encontrar una equivalente en su pais, ya que su fabricante es la transnacional Brasso.

Yo vierto sólo un poquito de pasta sobre mi plato, y a continuación comienzo a esparcirla lo más que puedo por ambos lados. Luego le agrego unas gotitas de shampoo, con lo que no sólo la diluyo un poco más, sino que me ayuda a homogenizarla en ambas superficies. Todo ésto lo hago sólo con mis dedos.

Dejo que seque, hasta que comience a notarse un color verdoso en la superficie. En ese momento cojo un trapito seco, de franela o paño, y comienzo a frotar hasta que aparezca ese brillo que distingue al bronce. Recorro todo el plato, hasta asegurarme que no han quedado grumos negros, esos pegoteados que se forman por la acción del limpiador.

Hecho ésto, sumergo el platillo en una solución de agua con un poco de detergente o shampoo, y con una franelita embebida en la misma solución empiezo a retirar todos los rezagos de negritud que aún manchan el plato. Si no termina de salir lo negrito, le paso un poco más de la solución y sigo frotando con el trapito.

Ya brillosito, con una brochita le paso un enjuague, de esos que se usan para cortar la espuma, o un poco de vinagre blanco (el enjuague es siempre mejor que el vinagre). Dejo actuar por un ratito, y luego lo retiro con unos buenos chorros de agua del caño. Cuando no quede nada del enjuague, lo seco con una toalla suavecita, y ya está.

Un consejo final, por favor, no usen esas escobillitas verdes, como las Scotch Brite, ni nada que se le parezca. Esos productos son para limpiar ollas, y no platillos. Empleen sólo trapitos muy suaves, de franela o de paño; no vayan a terminar rayándolos y malogrando sus surcos. Y me olvidaba, no los anden limpiando a cada rato, con que lo hagan un par de veces al año basta.