¿Independencia o Sincronización?

Muchos de nosotros hemos leido textos o atendido clases en las que nuestros maestros nos hablan de la necesaria independencia de las cuatro extremidades, para el adecuado dominio de la batería.

¿Es realmente posible alcanzar independencia?

La respuesta se encuentra en la anatomía y fisiología nerviosas, por lo que daremos un breve vistazo a sus aspectos básicos.

Para comenzar, vale la pena recordar que el cerebro humano se desarrolla anatómicamente hasta recién entrada la pubertad. Por otro lado, es sabido que cada hemisferio cerebral controla el hemicuerpo contralateral, esto es, la mano y la pierna izquierdas están gobernadas por el hemisferio derecho, mientras que la mano y la pierna derechas lo están por el hemisferio izquierdo.

Entre ambos hemisferios cerebrales existe una vía de comunicación anatómica formada por fibras interconectoras, que se conoce con el nombre de "cuerpo calloso", que al igual que el resto del cerebro, sólo se desarrolla durante la infancia.

Está documentado científicamente que dicha estructura se encuentra más desarrollada entre aquellas personas que realizaron actividades motoras múltiples desde corta edad, las cuales requirieron la pronta interacción de ambos lados del cerebro. Es evidente también un mayor desarrollo de la corteza motora en este tipo de individuos.

Si el tejido cerebral ya no se desarrolla después, ¿será posible alcanzar la tan ansiada independencia? La respuesta es compleja, ya que nos lleva a discernir entre cambios anatómicos y funcionales.

Es sabido que los músicos formados en conservatorio desde muy pequeños logran estándares de desenvolvimiento tan altos que resultan casi inalcanzables por aquellos que aprendimos a tocar un instrumento más entrados en años. Y esto se explicaría por el hecho de sólo poder aprovechar lo que ya estaba dado como estructura anatómica hasta temprana edad. No olvidemos que el tejido neuronal no se crea ni se regenera de ahí en más.

Sin embargo, trabajos más recientes han demostrado cómo estas estructuras pueden sufrir cambios funcionales a cualquier edad, comenzando a emplear interconexiones desaprovechadas hasta antes de dar inicio a una práctica motora sistemática. Y un ejemplo claro al respecto es el de aquellas personas que tras haber sufrido un infarto cerebral y perdido la capacidad de ejecutar ciertos movimientos, son capaces de recobrar cierta funcionalidad mediante una adecuada rehabilitación.

A este fenómeno se le conoce ahora como plasticidad neuronal, y es de suma importancia para quienes tocamos batería que, a diferencia de otros instrumentistas, tenemos que recurrir a nuestras cuatro extremidades para ejecutarla. No obstante, esta capacidad tiene sus limitaciones, no es absoluta, y por ende sigue siendo deseable el desarrollar las habilidades ejecutoras desde una temprana edad.

¿Cuál es el camino entonces?

¡La respuesta es la sincronización!

Si bien no alcanzaremos la absoluta independencia, operativamente podremos simularla. Esto merced a movimientos coordinados (tanto simultáneos como sucesivos) que podremos ir desarrollando con nuestras prácticas. La plasticidad neuronal (antes referida) nos permitirá ir mejorando, desarrollando una especie de memoria motora que adquiriremos progresivamente.

De hecho, muchísimos bateristas alcanzan altos niveles de ejecución pese a comenzar algo tarde a tocar el instrumento.

¡No se preocupen entonces, porque una excelente sincronización puede simular perfectamente una real independencia de pies y manos, siempre que se lo propongan!